lunes, 16 de febrero de 2009

Satélites en Phoenix

Se llegó al final de la 58 edición del All-Star Game con el triunfo claro del equipo de la Conferencia Oeste por 146-119 ante el del Este y un espectáculo deportivo que hasta las figuras de la NBA se aburrieron de lo que hicieron en el campo. Pero si el juego que se vio en el US Airways Center, de Phoenix, careció del más mínimo interés deportivo, el montaje de compartir el premio de Jugador Más Valioso (MVP) entre el escolta Kobe Bryant, de Los Ángeles Lakers, y el pívot Shaquille O'Neal, de los Suns de Phoenix, fue el 'salto mortal' de la función circense.
El partido no tuvo ningún tipo de interés y el triunfo de la Conferencia Oeste, el sexto en los últimos 10 años, no fue producto de la aportación de Bryant y O'Neal que lograron 27 y 17 puntos, respectivamente, sino del trabajo que hicieron otros jugadores. Entre ellos el base Chris Paul, de los Hornets de Nueva Orleans, que logró un doble-doble; el alero de los Suns, Amare Stoudemire, que fue el segundo máximo encestador con 19 puntos y seis rebotes, mejor producción que O'Neal y el ala-pívot español Pau Gasol, que demostró su madurez con relación al 2006, cuando hizo su debut. Pero había que vender el reencuentro de Bryan y O'Neal a como diese lugar y para verlos llegaron los aficionados al campo y un sin fin de caras famosas.
Pero al margen del 'show' montado con O'Neal, Bryant estuvo a lo suyo, ser el mejor en el campo, apoyado por el entrenador Phil Jackson, y su actual compañero de equipo, Gasol. Bryant quería conseguir ser el mejor en el campo y ganarle el duelo individual al alero LeBron James, la estrella de los Cavaliers de Cleveland, con él que ahora lucha por la supremacía de número uno dentro de la liga, y eso fue lo que logró.
Gasol, Tony Parker, Brandon Roy y Paul aportaron 14 puntos cada uno, Billups 5 puntos, para apoyar al ataque del equipo de la Conferencia Oeste, donde pasaron inadvertidos, el alero Tim Duncan, de los Spurs de San Antonio, y el pívot chino Yao Ming, de los Rockets de Houston. Ming, que jugó su sexto partido de las Estrellas, fue el reflejó más claro de que ha perdido protagonismo de imagen dentro de la NBA, después que en China también ha comenzado a desaparecer la fiebre por el mejor baloncesto del mundo.